A mi modo de ver las cosas, una de las “mutaciones” de adaptación a la era digital más interesantes y de la cual hay que sacar buena ideas, es la del Libro. Sí, me refiero a aquella “…obra impresa, manuscrita o pintada en una serie de hojas de papel, pergamino, vitela u otro material, unidas por un lado (es decir, encuadernadas) y protegidas con tapas, también llamadas cubiertas” (http://es.wikipedia.org/wiki/Libro), con la cual nosotros los del precámbrico solíamos estudiar e investigar nuestro día a día. Imagínense investigar rutinas de programación: Primero encontrarlas para luego transcribirlas!!!.
Alta es la preocupación de generaciones anteriores a la actual en cuanto al tema de qué va a pasar con el libro impreso. Según veo, su uso ya fue adaptado a la era digital que hoy vivimos. Veamos la analogía:
¿Qué era lo que hacíamos en el precámbrico al investigar? Buscar en el índice analítico palabras claves (Sí, aquel que está al final de los libros impresos), las cuales venían acompañadas de pequeñas frases para ubicar el contexto, junto con el número de página en la cual se ubicaba dicho contexto. De no encontrar las palabras buscadas se iba al libro siguiente y así sucesivamente…
Hoy, Google, Bing, Yahoo! y un largo etcétera hacen esta labor por nosotros. Mejor aún, en toda la biblioteca. Cada vez que realizamos una búsqueda de ciertas palabras claves, nos da un contexto y el enlace al escrito que hace referencia; y no conforme con eso tiene la desfachatez de decirnos si algo está mal escrito “Quiso decir…?”, lo que luego nos llevaba a seleccionar el texto para “copiar y pegar” en nuestro nuevo escrito.
La preocupación que hoy debe haber en cuanto a este tema no es en el libro en sí, sino en el cómo se emplea. Las personas cada vez leemos menos y hacemos un uso indiscriminado de ese “copiar y pegar”, a veces sin ver si está bien o no planteada la idea.
William Arispe
Gerente de Operaciones
Soluciones para T.I.